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En las tierras altas del Huila se encuentra una majestuosa cascada enclavada en medio de las montañas. Se decía que la cascada, conocida como "cascada el rubí", era un lugar sagrado donde la naturaleza desplegaba toda su magnificencia. Cuenta la leyenda que una noche, un fraile se sintió impulsado por un sueño revelador. En sus sueños, se encontraba de pie frente a la cascada, rodeado por la neblina y el rugido tranquilizador del agua que caía con fuerza. Mientras contemplaba la cascada, notó que en las rocas cercanas crecía un arbusto desconocido con brillantes bayas rojas…rojas como rubies. Intrigado por este sueño, el fraile decidió emprender un viaje hacia esta cascada. Armado con una sensación de deber y curiosidad, se aventuró por senderos escarpados y bosques frondosos hasta llegar al majestuoso lugar que había visto en sus sueños. Al llegar, se encontró con la misma visión que lo había visitado durante la noche: el arbusto de bayas rojas creciendo en la cercanía de la cascada. El Fraile, tomando esto como una señal divina, recolectó algunas de las bayas y las llevó de regreso al monasterio. Allí, compartió una taza de café con los demás frailes quienes, asombrados por su sabor, lo animaron compartir su descubrimiento con todos los pobladores de las montañas. Sin embargo, el arbusto original nunca más fue encontrado, pero gracias a la iniciativa del fraile, la leyenda y el café se expandieron, ofreciéndole al mundo una bebida con la energía de la cascada y con dulce sabor. Desde entonces, la cascada el rubí fue considerada un lugar sagrado donde la naturaleza trasmite su energía a los cultivos de café cercanos y que había guiado al fraile hacia el tesoro que se convertiría en el café el rubí. La leyenda se expandió, y la cascada se convirtió en un punto de peregrinación para aquellos que buscaban inspiración y conexión con la tierra que les había brindado el regalo del café, un regalo que, según la leyenda, había sido revelado en un sueño junto a las aguas tumultuosas de la cascada.